Hace algunos días, diversos medios de comunicación publicaban la noticia de que unos 9.000 toros morían anualmente en nuestro país, como consecuencia de las fiestas taurinas. Este dato me ha hecho reflexionar sobre la llamada "fiesta nacional", investigando los posicionamientos que existen a favor y en contra de la misma, sin mencionar la idea de tradición que no se puede discutir.
Así, actualmente, podemos encontrarnos con dos posturas claras y divergentes, a la vez. De una parte, están los defensores de la fiesta, los cuales opinan que el toreo en una tradición arraigada en las costumbres de los pueblos y ciudades de nuestro país, que identifica a toda la población sin excepción, sin diferencia de edades, ni de sexo, ni de posición económica. Este colectivo, sustenta además, su postura favorable en la riqueza que genera el mundo del toro y los puestos de trabajo que dependen del mismo.
Existe, sin embargo, una segunda opinión contraria a la "fiesta", apoyada también por un gran número de personas. Esta parte de la población considera que las corridas de toros deberían suprimirse, argumentando su posición en que la muerte de ningún animal no puede ser motivo de celebración alguna. Por si esto fuera poco, las condiciones de lucha entre la persona y el toro son tremendamente desiguales, y se provoca a éste una situación de angustia durante el combate.
Una vez expuestas ambas posturas, me gustaría expresar mi punto de vista sobre el tema. Este, está claramente posicionado a favor de la eliminación de las corridas de toros, apoyado en argumentos que parecen lógicos, y que vendrían a complementar los ya mencionados anteriormente. Así, en primer lugar, considero que el espectáculo taurino sólo supone un lucimiento para el torero, dado que, actúa en la pelea contra un toro, que tiene unas facultades físicas claramente mermadas, debido al cansancio y al dolor. De esta forma, obviaríamos el argumento de quienes opinan que el toro tiene la muerte más digna que podría alcanzar.
En segundo lugar, considero que el toro es un animal apacible por naturaleza, salvo en momentos puntuales de su vida, como la reproducción o las situaciones de peligro a las que se pueda enfrentar. Por ello, si no es manipulado artificialmente, no responde de forma agresiva al torero; y es que el toro no ha nacido para combatir y morir en la plaza.
Finalmente, tampoco parece lógica la postura de aquellos que piensan que la "fiesta" es fuente de riqueza, y constituye el trabajo de muchas personas, ya que siempre, se podrían encontrar otros puestos para éstas y crear nuevas tradiciones menos salvajes.
En definitiva, nos estaría de más que meditásemos si es divertido matar a un animal en un acto público, y hacerlo además con dolor y crueldad.
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